¿Cómo se llamaba…?

¿Cómo se llamaba…?

Hay marcas difíciles de olvidar y uno de sus secretos reside en su nombre: cortos, sonoros y positivos. Curiosamente esa creatividad desbordante no ha venido de un equipo de marketing sino de sus propios fundadores. En España, entre el 30 y el 50% de las marcas tienen el nombre de su dueño, como es el caso de Blanco, el nombre responde a su fundador, Bernardo Blanco Solana, por su expansión actual ha pasado a denominarse Suiteblanco, pero las raíces y el adn original de la marca se mantienen.

Aunque a veces dudemos de su origen, ya que H&M  no viene de “Hombre & Mujer” sino que comenzó llamándose Hennes, que en sueco significa “para ella”. Cuando años más tarde compró el local de una tienda de caza llamada Mauritz Widforss y comenzó a vender ropa masculina, paso a llamarse Hennes & Mauritz, H&M. Otras tienen más lógica, como Mango hace referencia a esa fresca fruta que su fundador, Isak Andic, probó en Filipinas.

Nos encontramos con algún que otro caso con una historia curiosa, como es Uno de 50 marcaba la filosofía inicial de la marca, que era realizar 50 piezas de cada diseño, aportando exclusividad. Cuando el éxito llegó esta idea original no pudo mantenerse y la producción se multiplico, pero aún sacan ediciones limitadas de producto, del que solo realizan 50, como lámparas o zapatillas.

Y no podemos dejar de hablar de esa gran marca llamada Zara que ha conseguido su éxito sin publicidad sólo con el nombre que le otorgó el mismo Amancio Ortega. En realidad el nombre elegido era Zorba, pero en 1975 este era el nombre de una cafetería en A Coruña, y por ese motivo tuvo que desecharlo.

Como dice Ana Rumschisky, profesora de marketing de IE Business School: “Pocas veces los negocios fallan por el nombre de la marca salvo que sean claramente negativos, pero también es cierto que los buenos nombres pueden ayudar”.